Sombras del pasado: mitos de la violencia
“Mi miedo más grande en la vida es hacerle daño a la gente, porque es inevitable compararme con mi papá. Y si bien hablamos de dos planos diferentes, para mi es mortificante pensar en que de alguna forma estoy hiriendo a alguien. Tal vez eso me impida tener cualquier tipo de relación durante el resto de mi vida, pero prefiero eso a sentirme como él”
Particularmente en la historia de Colombia las diferencias saltan a la vista cuando se habla de pensamientos frente a las posiciones socio-políticas. Viviendo en el país con el conflicto (sin negociar) más antiguo de mundo, es natural que cada quien tenga un enfoque particular y se llene de prejuicios frente a la situación de violencia y sobretodo frente a los protagonistas y frente a las víctimas de este escenario. Pero estos prejuicios también recaen por inercia en los familiares de estas personas, quienes en algunos casos no tienen nada que ver con las decisiones o acciones de sus parientes. De este modo se va formando un mito alrededor de los familiares de estas personas; en el caso de las victimas las familias reciben cierto apoyo (moral, económico) pero en el caso de los familiares de los victimarios, se percibe un sentimiento de odio y repudio. Repudio y odio que hace ver al hijo del insurgente como el hijo de la guerra, quien ha heredado el peso de un arma que nunca cargo.
Tanilo Errázuriz, quien para algunos es hijo de esa guerra, estudió en el Liceo Francés Louis Pasteur, es cineasta de la Universidad Nacional de Colombia, tiene 27 años y en su acta de nacimiento el espacio de “padre” está vacío. Tanilo es el hijo de Hernando Pizarro Leongómez, un guerrillero colombiano conocido no solo por ser el hermano de Carlos Pizarro, sino por ser el segundo al mando del grupo armado llamado “Comando Ricardo Franco” donde protagonizó la Masacre de Tacueyó. Esta masacre involucró la tortura y matanza de 164 campesinos jóvenes analfabetas que tenían poco tiempo de haber ingresado al grupo guerrillero. Hernando es asesinado en Bogotá el 25 de Febrero de 1995, pero con él no murió su pasado, pues hoy su hijo carga con una guerra ajena.
Al preguntarle a Tanilo sobre cómo el pasado afecta su presente me responde: “Cuando pienso en Carlos, en mi papá, en Nina quien también vivió la guerra, no puedo dejar de pensar en cómo yo también cargo una marca indeleble. En cómo esa historia es mía también, pienso constantemente en Tacueyó, y surge la peor pregunta: ¿Qué parte de él hay en mí? Cuando en realidad debería ser: ¿Qué quiero guardar de él?”. A Tanilo siempre le han dicho que su padre murió para que sus hijos no tuvieran que cargar con su historia, cuando en realidad tanto Tanilo, como su hermana y su madre, con los años han pegado lo que han podido con lo que les queda. Pero la marca siempre va a estar ahí, así Hernando ya no esté. Así en su acta de nacimiento Hernando no exista.
Para entender de dónde surgen estos prejuicios, recurrí a Google, y al buscar “hijos de guerrilleros” el primer resultado que la página arroja es un artículo de la revista Semana del 2008 titulado: Los hijos del secretariado, y el titular dice: “Mientras sus padres hacen la guerra, ellos viven en Europa, hablan varios idiomas y estudiaron en las mejores universidades”. El reportaje habla específicamente de los hijos de “Alfonso Cano”, “Raúl Reyes” e “Iván Márquez”, y de la vida llena de lujos que llevan en el exterior, que si bien es cierto que tienen una educación de primera, el artículo tiene un tinte de disgusto y repudio, que se evidencia en frases como “Esa investigación ha dejado al descubierto varias sorpresas, incluso, para las propias autoridades. Una de ellas fue descubrir que los hijos de integrantes del Secretariado de las FARC viven y se movilizan tranquila y cómodamente en diferentes lugares de Europa y en países latinoamericanos.”
Este prejuicio que marca a los hijos de la guerra como personas que no tienen derechos, nunca es confrontado, ni cuestionado . Nunca se muestra , ni se piensa cómo se sienten ellos con respecto a la vida de sus padres, ni las implicaciones psicológicas con las que cargan, solo se asume que es indignante que integrantes de las FARC mantengan a sus hijos con privilegios burgueses y no en el frente de batalla. Este tipo de artículos fomentan la discriminación y la apatía y se dan porque para los medios es más fácil tildar a las familias como “cómplices” en lugar de preguntarse ¿Qué lleva a alguien a querer estar y formar una familia con un guerrillero?. Por esto, dirigí mi entrevista con María Errázuriz, la madre de Tanilo y viuda de Hernando, a responder esta pregunta.
María Errázuriz, cuenta que el primer encuentro entre Hernando y ella se da en la adolescencia, y rápidamente se torna en lo que bien conocemos como un noviazgo de colegio. “Era un noviazgo tímido, sin besos, en el que Hernando apenas se atrevía a cogerme la mano e invitarme a cine de domingo.” Pero el noviazgo se acaba y muchos años después, el azar, hay una fiesta, Hernando, a pesar de todo va a fiestas, a pesar de todo lo invitan. Y María, a pesar de todo, va a fiestas, y a pesar de todo la invitan. Y así empieza y así sigue, con muchos “a pesar de”. Al preguntarle a María ¿Qué la llevó a querer estar con Hernando? (sabiendo la vida que llevaba), ella responde que fue simplemente el amor. Y entre tanto amor que difícil fue, porque Hernando era clandestino y María no, porque entre tantos “a pesar de” nacieron Tanilo y Guadalupe a quienes les brotaba la vida, mientras a Hernando le pesaba.
Entonces, ¿qué tan verídico es que estas familias son cómplices? O que deberían tener un estilo de vida similar al de sus parientes. Si bien es cierto que la mayoría de familiares de guerrilleros, a nivel social, han podido vivir una vida tranquila, ellos no son culpables, ni colaboradores del conflicto. Como bien lo dice María José Pizzaro en una entrevista de la revista Jet-Set cuando le preguntan si le pesan las muertes de las cuales Carlos Pizarro (su padre) pueda ser responsable: Sí, claro que sí, me pesan obligatoriamente, pero no siento que fue a mansalva. He hablado con guerrilleros, con campesinos. Leo los foros en el chat y alguna vez me atreví a responderle a uno, y me dijo: “Es un asesino, porque a mis papás los mataron los del M-19”, y yo le dije: sí, pero, si algo nos han enseñado, es que no podemos seguir en las mismas rencillas; yo no los maté, y una guerra es una guerra. Por el contrario, como muchos otros colombianos, ellos también son víctimas. Se utiliza esta palabra, porque la definición de “víctima” del diccionario de la Real Academia Española, es: Persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita. Y a nivel emocional y psicológico están heridos, con lo que Tanilo bien define como lo indeleble.
Por: María Ximena Ramírez
SOBRE EL AUTOR

Mi nombre es María Ximena y estoy en último semestre de diseño.